Ser la mejor empresa no es suficiente. La sociedad reclama economías socialmente responsables y empresas que impacten positivamente en el desarrollo sostenible. Es la economía de impacto, donde las compañías analizan y actúan para reducir y mitigar los riesgos de su actividad, tratando de contribuir a un desarrollo económico, social y medioambiental de la comunidad y el entorno en el que participan.

En la nueva economía, sostenible y para la sostenibilidad, las empresas tienen alma y a su alma le llamamos propósito.

«La Rioja, empresa sostenible» es una guía editada por la Cátedra Unesco, con la subvención del Gobierno de La Rioja, a través de la Consejería de Igualdad, Participación y Agenda 2030, que pretende responder algunas cuestiones frecuentes y dudas básicas sobre la sostenibilidad y los modelos de gestión sostenibles.

Conceptos destacados
La economía de impacto
Reportar la sostenibilidad
Integrar la sostenibilidad

Empresa y Derechos Humanos

Bibliografía general

La sostenibilidad empresarial emplea términos, expresiones y referencias propias. Antes de navegar por la guía, te recomendamos que los consultes para que te familiarices con ellos.

 

Agenda 2030

La Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible fue aprobada por la ONU, en 2015, para que los países y sus sociedades emprendan una hoja de ruta común y compartida con la que mejorar la vida de las personas, sin dejar a nadie atrás.

Sus compromisos se estructuran en 17 objetivos, conocidos como ODS, y estos, a su vez, en 169 metas medibles y evaluables mediante un sistema de indicadores.

Integra cuatro dimensiones de la sostenibilidad: la social, la económica, la medioambiental y la institucional (o democrática).

Agenda 2030

La Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible fue aprobada por la ONU, en 2015, para que los países y sus sociedades emprendan una hoja de ruta común y compartida con la que mejorar la vida de las personas, sin dejar a nadie atrás.

Sus compromisos se estructuran en 17 objetivos, conocidos como ODS, y estos, a su vez, en 169 metas medibles y evaluables mediante un sistema de indicadores.

Integra cuatro dimensiones de la sostenibilidad: la social, la económica, la medioambiental y la institucional (o democrática).

Economía de impacto

La economía de impacto puede definirse como una corriente que promueve la responsabilidad social y ambiental de las empresas y los negocios. En la economía de impacto, las empresas cuentan con un propósito y consciencia corporativa para generar un impacto positivo en la sociedad.

Frente a modelos más tradicionales de la economía, estructurados en torno a la rentabilidad para un grupo de individuos, la economía de impacto promueve el beneficio de toda la sociedad (rentabilidad social) a través de estructuras, operaciones, procesos y resultados empresariales encaminados al desarrollo sostenible.

ESG o modelo ESG

El acrónimo ESG, por la traducción anglófona de medio ambiente, sociedad y gobierno corporativo, agrupa el conjunto de criterios y de factores no financieros que deben ser tenidos en cuenta en las estrategias empresariales para orientar las estructuras, las operaciones y los procesos de las empresas al desarrollo sostenible. Es un marco estrátegico y de análisis muy utilizado en la economía privada para evaluar el nivel de inversión socialmente responsable (IRS) en el modelo o en el desarrollo de negocio de una empresa.

La interrelación y la interconexión entre ODS y ESG da lugar a gran parte de las estrategias de sostenibilidad de las empresas en el mundo.

Informe no financiero

El informe no financiero de una empresa es un proceso de rendición de cuentas, un informe del resultado de la gestión de una empresa, en el que se aporta información relativa al desarrollo sostenible y a la contribución y los progresos de la empresa en materia de sostenibilidad.

En definitiva, en este tipo de informes, las empresas rinden cuentas y expresan fielmente la manera en la que obtienen sus beneficios y el impacto que producen en la sociedad y en entorno.

El Estado de Información No Financiera aparece en el BOE, regulado por la Ley 18/2017 y Ley 11/2018, que transpone la Directiva 2014/95/UE sobre divulgación de información no financiera y diversidad.

El EINF es obligatorio para las empresas que cumplan, en dos ejercicios consecutivos, un conjunto de condiciones de tamaño y de facturación.

En España, muchas empresas están publicando y transparentando su información no financiera de manera voluntaria y proactiva, pese a que las disposiciones normativas le eximen de esta rendición de cuentas.

ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible)

Los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) son los diecisiete objetivos básicos de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible. Desarrollan el compromiso común de la mayoría de los jefes de estado y de gobierno del mundo con diferentes retos sociales, económicos, ambientales y democráticos. Cada ODS está compuesto por diferentes metas y estas, a su vez, por un conjunto de indicadores internacionales. Cada país o región también ha publicado sus propios indicadores, más adecuados con su cultura y su realidad. A este proceso se le llama localización de la Agenda 2030.

Pacto Mundial

El Pacto Mundial es un movimiento de empresas reconocido formalmente por la ONU que promueve la sostenibilidad empresarial y la promoción de los derechos humanos en la economía privada.

Su finalidad es la defensa y la integración, por parte del mayor número de empresas, de sus diez principios básicos y para la gestión ética, que emanan de declaraciones internacionales en materia de derechos humanos, trabajo, medioambiente y lucha contra la corrupción.

Política de Derechos Humanos

Las políticas corporativas de derechos humanos surgieron en la economía privada como una translación de los «Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos», adoptado por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en 2011, que atribuye la responsabilidad en el cumplimiento de los Derechos Humanos por parte de la actividad privada.

El aumento de la exigencia a las empresas sobre la debida diligencia en Derechos Humanos y la creciente regulación en materia de derechos humanos y sostenibilidad por parte de las instituciones comunitarias y de gran parte de los países está acelerando, en los últimos años, la aprobación de políticas empresariales favorables a los derechos humanos y a la Educación en Derechos Humanos.

Propósito corporativo

El desarrollo y la integración de la sostenibilidad en las empresas ha evolucionado el branding de las organizaciones. Las miradas más tradicionales trabajan una carta de identidad corporativa asentada en dos grandes conceptos: la misión, el qué; la visión, el cómo. El propósito va mucho más allá y pretende materializar el por qué o para qué de una organización, el motivo por el que hace lo que hace.

Una empresa con propósito se atribuye funciones más allá de las económicas, que responden a la búsqueda de un resultado financiero; para convertirse en un agente de cambio relevante y/o de transformación.

Sostenibilidad o (Desarrollo Sostenible)
De acuerdo al informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1987, el desarrollo sostenible puede entenderse como «el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas».

Como concepto transversal, promueve un desarrollo económicamente eficiente, ecológicamente sostenible y socialmente equitativo, asentando en la sano equilibrio y la convivencia de la sociedad, la economía y el medio ambiente y su gobernanza.

Hacia la economía de impacto

¿Qué es lo que motiva a mi empresa a hacer lo que hace? ¿Cuál es su razón de ser? ¿Cuál es su alma? Todas las preguntas pertenecen al ámbito del propósito corporativo, un concepto con el que las empresas pretenden responder a su sentido. Mientras que otros conceptos más convencionales, como la misión o la visión en una identidad corporativa, pretendían responder al qué y al cómo; el propósito pretende ir más lejos y preguntar el por qué y el para qué.

La búsqueda y el desarrollo de este propósito estimula el desempeño y el sentido de la responsabilidad en las estrategias empresariales, que comienzan a superar el valor económico para contribuir al valor compartido.

Es la idea de la empresa como un agente de transformación sostenible o de ‘force for good’ en una economía que no atiende únicamente a una finalidad financiera, la maximización del beneficio, sino que se siente parte activa de una comunidad o de un entorno natural en el que se desarrolla. Las empresas toman consciencia de que se integran en un ecosistema sobre el que impactan y se ven impactadas.

Esta economía del impacto es consecuencia también de una mayor presión social, de tendencias de consumo responsable, de una mayor presión regulatoria sobre el papel de las empresas ante la necesidad de un desarrollo sostenible.

Más valor en toda la cadena de valor

Una adecuada creación, activación y gestión del capital sostenible de las empresas, las instituciones y las organizaciones impacta positivamente en el resto de intangibles de sus marcas.

Las empresas que incorporan la sostenibilidad en sus estrategias ven reforzados todos los activos tradicionales de marca, como la reputación, la satisfacción, la vinculación o la notoriedad; y logran conectar mejor con sus audiencias y sus públicos, con los que mantienen un vínculo más estrecho y cercano.

Las empresas que desarrollan su capital intangible también ofrecen ventajas competitivas respecto de su competencia y:

 Ganan en competitividad. Supone más eficacia y más eficiencia empresarial. Introduce nuevas maneras de hacer las cosas mejor y favorece una cultura organizacional más positiva.

 Mejoran su credibilidad. Dota a la empresa y a la marca de estabilidad en el contexto en el que desarrolla, mitiga los impactos desfavorables y logra hacerlas resilientes.

 Avanzan en su internacionalización. Es un lenguaje común en las economías del mundo, por lo que facilita los procesos de internacionalización de una marca o empresa y mejora la entrada y consolidación en nuevos mercados.

 Mejoran la relación y aumentan la afinidad de empresas y marcas con sus acreedores, proveedores, clientes y grupos de interés. Por ejemplo, según un Informe sobre consumo sostenible realizado por la OCU y NESI, el 60% de los encuestados declara que tiene en cuenta aspectos éticos y ecológicos en sus decisiones de consumo

Inversores responsables

A principios del año 2005, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, invitó a un grupo de los principales inversores institucionales de todo el planeta para que se incorporaran en un proceso con el fin de desarrollar los Principios para la Inversión Responsable, ante la creciente relevancia de los asuntos ambientales, sociales y de gobierno corporativo en el contexto de las prácticas de inversión.Puedes conocer el detalle y el desarrollo de cada principio en este documento publicado por el UNPRI.

Empresas con principios mundialmente consensuados

El Pacto Mundial promueve la incorporación de diez principios en las estrategias empresariales como camino más acertado para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible previstos en la Agenda 2030 y para contribuir a la sostenibilidad.

Estos principios se adoptaron en el año 2000 y derivan, según la página web del Pacto Mundial, de la propia Declaración Universal de Derechos Humanos, las normas internacionales laborales; la Declaración de Río sobre Desarrollo y Medio Ambiente o la Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción.Desde la aprobación de la Agenda 2030 y los ODS, este movimiento empresarial defiende que la combinación de sus principios y de los ODS como la metodología más eficaz para la contribución de las empresas al desarrollo sostenible.

La siguiente tabla interrelaciona los diez principios del Pacto Mundial con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

ESG: Hacia una inversión socialmente responsable

Esta es la idea básica de una economía que asume y fomenta la sostenibilidad y que, en su desarrollo, ha desarrollado modelos de gestión como el modelo ESG.

Los criterios ESG surgieron al amparo de los “Principios de Inversión Responsable” que las Naciones Unidas publicaron en 2005 con la finalidad de acompañar a las empresas y a sus responsables en una toma de decisiones más consciente, social y sensible con el medio ambiente.

Los modelos de gestión ESG asumen que la empresa impacta y se ve impactada por un conjunto de factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo y que deben ser tenidos en cuenta en la estrategia corporativa y en la cadena de valor para mitigar sus efectos negativos y multiplicar el impacto positivo.

Dimensiones de la estrategia ESG

Aunque no existe un único modelo ESG ni existen criterios uniformes, podemos destacar en el siguiente gráfico aquellos que son más comúnmente aceptados por gran parte de los estándares y las certificadoras de sostenibilidad empresarial.Grafica

Las personas de acuerdo, las personas a la vez

La diferencia sustancial entre la Agenda 2030 y los esfuerzos anteriores (ODM, ISR, etc) por establecer un consenso en torno al desarrollo y a la sostenibilidad tiene que ver con el proceso multinivel y multiactor en su diseño. Por vez primera, poderes públicos, empresas y sociedad civil participaron activamente en el diseño de una agenda global, común y compartida sobre los retos del mundo. Y su alto grado de aceptación desembocó en la adopción de la Asamblea General de la ONU y su posterior seguimiento de la misma por parte de los jefes de estado y de gobierno de 193 países en 2015.

En torno a la idea de «no dejar a nadie atrás» y de avanzar en un desarrollo social, económico, ambiental y democrático sostenible, la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible fue impulsada por las Naciones Unidas e incorpora 17 objetivos básicos que debemos cumplir y contribuir todas las sociedades del mundo. A esos objetivos básicos les llamamos ODS u Objetivos de Desarrollo Sostenible. Cada ODS tiene a su vez un conjunto de metas, más concretas, que son el camino para lograr su cumplimiento.

Más allá de su intencionalidad y su propósito, la Agenda 2030 es un marco de acción y de evaluación que favorece la integración de esfuerzos y de recursos de instituciones, empresas, colectivos y personas.A nivel internacional existe un catálogo de indicadores oficiales, publicado por el departamento de Estadística de Nueva York, y existen también indicadores globales adaptados a la empresa. Sin embargo, con el objetivo de «localizar» los ODS, es decir, integrarlos en el contexto económico, social y ambiental más inmediato, las instituciones comunitarias, organizaciones transnacionales, países y regiones han publicado sus propios catálogos de indicadores.

En el ámbito de la empresa, gran parte de los estándares ESG están alineados a la Agenda 2030, de manera que la inmensa mayoría de las estrategias de sostenibilidad empresarial contribuyen a los ODS. Igualmente, existen herramientas de evaluación y de alineamiento que facilitan esa contribución.

Rendir cuentas del impacto

La presión regulatoria es otro de los factores externos que han propiciado la economía de impacto y la expansión de los modelos ESG, sustentados en proyectos normativos de organizaciones, instituciones transnacionales y países.

La Unión Europea, por ejemplo, aprobó la directiva 2014/95/EU, traspuesta posteriormente por España en la Ley Orgánica 11/2018, de 28 de diciembre, de Información No Financiera, con el objetivo de obligar y dar uniformidad.

Este es el motivo fundamental por el que, hasta ahora, la preocupación por incluir criterios ESG en la labor de empresas se ha relacionado casi únicamente con su rendición de cuentas, sobre todo con su estado de información no financiera (EINF).

Actualmente, la agenda normativa de Europa tiene incluida la actualización de esta directiva por una nueva, la CSRD, que implantará un conjunto de estándares europeos para la presentación de la información relacionada con la sostenibilidad.

El reporting en España (y La Rioja)

El EINF debe ser elaborado por empresas y grupos con más de 500 trabajadores y que tienen:

a) o la consideración de Entidades de Interés Público;

b) o que cumplan durante dos años consecutivos al menos dos de las siguientes condiciones:

a) un activo superior a 20 millones de euros,

b) un número de empleados superior a 250.

c) una cifra de negocios superior a 40 millones de euros,

La Ley recoge la excepción de una filial por la obligatoriedad del grupo. Es decir una empresa que depende de un grupo que, sujeto a la ley, publica el informe de estado no financiero y el contenido alcanza a la filial.

Contenido basado en los criterios ESG

El EINF debe informar sobre cuestiones medioambientales (contaminación, economía circular y prevención y gestión de residuos, uso sostenible de los recursos, cambio climático y protección de la biodiversidad), sociales y relativas al personal (empleo, organización del trabajo, salud y seguridad, relaciones laborales, formación, accesibilidad, igualdad), derechos humanos, corrupción y soborno, así como sobre la sociedad (compromisos de la empresa con el desarrollo sostenible, subcontratación y proveedores, consumidores e información fiscal).

Criterios recomendados en su elaboración

La ley sugiere distintas guías o propuestas en las que se pueden basar las empresas para producir el informe no financiero. En concreto, destaca la utilización de las Guías de la Global Reporting Initiative (GRI) y de las Directrices de la Comisión Europea.

No obstante, las compañías también pueden basarse en otros marcos normativos nacionales, de la Unión Europea o internacionales.

Estándares y certificados

En materia de reporting no existe un único estándar. La colaboración y la integración entre ellos facilita la uniformidad y la homogeneidad de los mismos, algo para lo que los progresos legislativos han sido decisivos.

Podemos destacar, por su popularidad y extensión de uso, los siguientes:

GRI. Se trata de un estándar de reporting y divulgación ESG dividido en tres ámbitos.

Value Reporting Foundation, que surge de la fusión entre SAAB e IIRC, con 77 estándares para evaluar aspectos de sostenibilidad.

El reporting en España (y La Rioja)

El EINF puede realizarse como parte del informe de gestión o publicarse como un informe independiente, mencionando que este documento forma parte del informe de gestión.

Plazos de publicación

El estado no financiero debe formularse en un plazo no superior a los tres meses desde la fecha de cierre del ejercicio y, además, debe estar firmado por todos los administradores de la sociedad. Este documento debe ser publicado en la web a partir de los seis meses desde la fecha de cierre y por un periodo de cinco años.

Reportar no es integrar ni gestionar la sostenibilidad

Cuando hablamos de sostenibilidad empresarial, el reporting es sin duda el proceso más extendido entre las empresas. Sin embargo, el ejercicio de reportar, de rendir cuentas, haciendo transparentes un conjunto de datos e informaciones no financieras sobre la compañía, no significa necesariamente que la empresa está comprometida con la sostenibilidad ni que sea una empresa sostenible.

El reporting puede ser un ejercicio aislado, inconexo, que se hace de manera obligada por cumplimiento normativo o es la fase final de una estrategia para una empresa que está integrando la sostenibilidad en toda su cadena de valor.

Ser (cada vez más) sostenibles

La sostenibilidad en la empresa es una carrera de fondo y sus estrategias lo son a largo plazo. Conviene revisarlas y evaluarlas periódicamente y para su consecución se requieren altas dosis de constancia y de esfuerzo. Aquí no hay soluciones fáciles: ninguna empresa puede volverse sostenible el día después de haberlo decidido. Pero con compromiso, cada día que pasa, podemos avanzar en sostenibilidad.

Definir la política de sostenibilidad

Toda política de sostenibilidad comienza con una decisión. Al tratarse de un proceso transversal en toda la cadena de valor, se requiere de un compromiso global de la compañía. Por eso gran parte de las empresas ratifican su compromiso en sostenibilidad a través de sus máximos órganos de decisión y gobierno, como una junta general de acciones o un consejo de administración. Estos compromisos suelen ser públicos y pueden consultados por los grupos de interés y cualquier persona.

La política de sostenibilidad incluye una meta o una intencionalidad y un conjunto de compromisos corporativos, que emanan de lo que hemos denominado como propósito corporativo (branding).

Es muy importante comunicar el compromiso a todas las personas que forman la plantilla laboral y los grupos de interés.

Ejemplos de empresas españolas

Establecer la estructura y los recursos corporativos

La estructura y la asignación de recursos para la sostenibilidad es bastante heterogénea. Algunas empresas trabajan la sostenibilidad a través de comisiones delegadas del Consejo de Administración y otras atribuyen las funciones y las competencias a un nivel directivo y/o crean un departamento de sostenibilidad; unas empresas internalizan la política de manera completa y otras se apoyan puntualmente en profesionales y empresas de la sostenibilidad.

En cualquier caso, la tipología o la dimensión de la empresa y el nivel de intensidad de la estrategia determinan qué formula es mejor. Algunas empresas establecen una estructura al inicio de la decisión y van adaptándola conforme se desarrolla la estrategia de sostenibilidad.

Definir la política de sostenibilidad

 

Análisis de materialidad

La escucha activa y permanente a los grupos de interés y a las comunidades constituye un factor clave de éxito en la formulación de una estrategia de sostenibilidad eficaz. Llamamos análisis de materialidad, y de doble materialidad según estándares, al proceso de consulta y diálogo que una empresa desarrolla para conocer las expectativas de su grupo de interés y qué asuntos consideran más relevantes, para incorporarlo posteriormente dentro de la estrategia.

La doble materialidad es aquel proceso de análisis que mide y considera los impactos financieros y no financieros.

Pasos a seguir en un análisis de materialidad:

 Identificar los grupos de interés, la manera en la que nos comunicamos con ellos, qué canales y mediante qué procesos de comunicación.

 Iniciar un proceso permanente orientado a recabar los asuntos prioritarios para los grupos de interés y concluir en una prorización de los asuntos materiales.

 Construir una matriz de materialidad.

  Comunicar y difundir los resultados del análisis de materialidad y su incorporación en la estrategia.

Marcos de acción y contribución

Toda vez se hayan recabado, ordenado y priorizado los asuntos materiales de la compañía, lo siguiente es identificar los marcos de acción y contribución existentes, como el Pacto Mundial y la Agenda 2030, para contribuir a su cumplimiento desde la planificación de la estrategia e identificar objetivos, metas y líneas de actuación que puedan ser incorporables a nuestra estrategia.

La fase de planificación comporta la fijación de un conjunto de ambiciones (o logros), de objetivos y líneas de actuación a conseguir en el tiempo que establezca la estrategia.

Hay diferentes fórmulas de planificación en el sector empresarial. Empresas que formulan una estrategia global con un alcance mayor y a la que van respondiendo con planes de sostenibilidad de vigencias menores. Y empresas que directamente adoptan planificaciones de mayor duración.

A la hora de fijar objetivos y metas es importante trabajar con el análisis de materialidad y con los marcos de acción a los que posteriormente vamos a contribuir y tener cerca el estándar de evaluación al que posteriormente someteremos nuestra estrategia, como por ejemplo, los GRI.

Los objetivos o las metas de nuestra estrategia deben ser medibles mediante sistemas de indicadores. Hay empresas que utilizan sistemas de gestión de la sostenibilidad con indicadores consensuados, otras empresas emplean sistemas como SDG Compass y otras que, directamente, emplean la de los sistemas de reporting.

Todo comunica y la sostenibilidad también

Una de las ventajas competitivas de la sostenibilidad es los beneficios intangibles en la marca de las compañías. Por eso es importante comunicar la sostenibilidad a los grupos de interés y a la sociedad mediante un plan de comunicación para la sostenibilidad.

A la hora de diseñar el plan de comunicación de la sostenibilidad, te recomendamos el uso y la consulta de enfoques de comunicación como el C4D (Comunicación para el desarrollo) de la UNESCO o el programa intergubernamental IFAP y sus principios de comunicación accesible y sustentable.

Algunas empresas han creado páginas corporativas en las que rendir cuenta y comunicar los progresos en sostenibilidad.

Ejemplos de empresas españolas

Gran parte de las políticas y estrategias de sostenibilidad indican el grado de contribución a la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible; y a los principios del Pacto Mundial.

Herramientas como SDG Compass ayudan a alinear las estrategias corporativas y de sostenibilidad a la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sus metas y sus indicadores de medición para empresas.

En función de tu ámbito de actuación también puedes consultar la localización de los ODS que han desarrollado administraciones públicas o organizaciones sin ánimo de lucro. Por ejemplo, en La Rioja la localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se desarrolla en la Consejería de Igualdad, en colaboración con el Instituto de Estadística de La Rioja.

 

Localización es un término empleado por las Naciones Unidas que hace referencia al proceso de adaptar al contexto local la Agenda 2030, seleccionando indicadores que sean relevantes para medir el contexto socio-económico. 

Bajo la filosofía de “proteger, respetar y remediar” los derechos humanos, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó en junio de 2011 los principios rectores de las empresas y los derechos humanos, en la que se reconocía el papel de desempeñados por las empresas en la sociedad y su condición de sujeto de obligaciones en el cumplimiento normativo.

Se trata de 31 principios -fundacionales y operativos- que pretenden ser un marco global para prevenir y mitigar riesgos adversos a los derechos humanos dentro de las estructuras empresariales y como consecuencia de la actividad empresarial, a la vez que facultan a la sociedad civil y a grupos de interés herramientas para medir el desempeño de las empresas con los derechos humanos.

No se trata de una norma pero sí define una norma de conducta mundial que está siendo asumida de manera similar por las empresas del mundo, con independencia de su objeto, dimensión, actividad o localización.

Los Principios Rectores de la ONU contienen tres pilares que aclaran los respectivos deberes y responsabilidades de los Estados y las empresas: proteger, respetar y remediar.

 Deber de proteger (Estado): que recuerda su condición de sujeto de obligaciones para recordar la necesidad de promulgar y aplicar políticas, leyes, reglamentos y adjudicaciones eficaces en materia de empresas.

 Deber de respetar (Empresa): establece la responsabilidad de respetar los derechos humanos como norma mínima mundial de conducta esperada para todas las empresas, dondequiera que operen.

 Derecho al remedio (Sociedad, grupo o individuo): El acceso al remedio o la reparación, con el que insta a las empresas a facilitar el acceso a una reparación eficaz para las víctimas de abusos relacionados con las empresas.

Empresas basadas en derechos

La siguiente gráfica recoge las tres fases decisivas en la integración de los principios rectores en las empresas, de acuerdo con el enfoque del Pacto Mundial.

 La primera fase supone la aprobación de una política de compromiso con los derechos humanos y la forma en la que se va a actuar para cumplirlo. Esta fase también puede llevar al Consejo de Administración o organo directivo a crear una Comisión o atribuir las funciones de responsabilidad a un directivo de la compañía.

 La segunda fase implica la identificación, mediante un proceso de diligencia debida, de los riesgos en Derechos Humanos. La diligencia debida, según el Pacto Mundial, es la manera en que una empresa identifica sus principales riesgos en materia de derechos humanos y toma las medidas necesarias para prevenir y mitigar esos riesgos. Al llevar a cabo este proceso, hay que tener en cuenta los países en que se opera, los riesgos específicos del sector y analizar toda la cadena de valor de la empresa. Una vez identificados esos riesgos se ha de crear un plan de acción dirigido a mitigarlos. Éste, deberá contar con indicadores específicos que faciliten el reporte de información.

 La tercera fase promueve la inclusión de mecanismos de reclamación para el ejercicio de sus derechos. Las empresas deben dar voz a aquellas personas que han visto sus derechos impactados por las acciones de la entidad. Para ello, hay poner en marcha mecanismos que posibiliten recibir quejas y reclamaciones y que ofrezcan soluciones a las mismas.

 

Guía práctica y divulgativa
de la sostenibilidad en las empresas

www.unescour.es/empresasostenible